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sábado, 29 de diciembre de 2007

La investigación de las clases escolares.

Marta SOUTO
La clase escolar: Una mirada desde la didáctica de lo grupal
(ficha bibliográfica)

Análisis de algunos rasgos de las clases escolares.

Lo que presentaremos a continuación son algunos rasgos de las clases escolares que hemos encontrado en la investigación “La clase escolar en la enseñanza media”. Estos rasgos han aparecido en las observaciones del medio natural del aula y consideramos que son reveladores de lo que acontece en muchas clases escolares, aunque en cada una toma significados peculiares.
Nos referiremos a rasgos encontrados en torno a dos dimensiones: el tiempo y el espacio.

El tiempo en las clases.

Hemos encontrado que dentro de la escuela y de las clases existe un tiempo propio. Podríamos hablar provisoriamente de una atemporalidad, en tanto:
§ El tiempo real, social, el de los sucesos de la vida externa a la escuela no está presente dentro de ella;
§ El tiempo personal, vivido por cada uno de los actores no tiene cabida;
§ El tiempo compartido dentro del aula parece no suceder, no se toma conciencia de la historicidad de los hechos vividos en la escuela, muy escasamente se registra su cronología. Se vive un eterno presente, el de “dar clase”; pasado y futuro quedan excluidas de esta temporalidad.
No se trabaja en su reconstrucción. No interesa por ello el proceso compartido en su historicidad.
Hay una negación del transcurrir, del devenir, del movimiento, del cambio. Esto trae aparejada una dificultad para tomar conciencia del enseñar como un hecho social e histórico y para aceptar las transformaciones.
Las siguientes situaciones y referencias lo muestran:
§ El tiempo real que transcurrió no fue registrado, es ignorado. Parecería que “la escena continúa” más allá del tiempo transcurrido.
§ La observación muestra que las clases no tienen, por lo general, una iniciación, un desarrollo, un cierre. Esto se evidencia en que las clases se suceden unas a otras sin cortes desde la organización misma de la enseñanza. No hay un período de tiempo destinado al reencuentro de docente y alumnos, ni tampoco a establecer una relación con la temática, la propuesta pedagógica en desarrollo, desde el punto en que hubiera quedado en la clase anterior. Todo es “desarrollo”, “dar clase” como si se continuara en una línea de montaje ininterrumpida. Son pocas las clases en las que cada encuentro se toma en sí mismo y desde allí se lo relaciona con lo ya compartido y con lo programado para el futuro. Las secuencias se cortan por cambios temáticos, a veces por las evaluaciones, para luego seguir en una continuidad ininterrumpida.
§ Los conocimientos impartidos suelen carecer de referencias temporales, a éstas sólo se las incluye como un dato más, fuera de contexto, como mera cronología.
§ Las ideas, los conceptos, se transmiten sin regencias a los tiempo históricos en que fueron creados.
Los contenidos quedan así alejados de sus tiempos. Los sujetos que participan en las clases también.
Los estudios realizados sobre esta dimensión nos permiten afirmar que en la escuela y en las clases el tiempo toma características de lo que hemos denominado “tiempo programático”. Entendemos por tal el tiempo de desarrollo de programas, de secuencias temáticas, contenidos. El devenir está dado por el pasaje a través del programa. Avanzar en él significa tiempo del año escolar transcurrido.

El espacio en las clases.

Los espacios escolares, la distribución, el mobiliario, las paredes, los escritos, los dibujos del aula están cargados de significados.
En la vida cotidiana se construyen esos significados. El espacio registra “huellas” de esa vida que los grupos-clase pasan en el aula. En este sentido podemos afirmar metafóricamente que “los espacios hablan”.
En nuestras investigaciones realizamos una primera aproximación a la escuela conectándonos con sus espacios: fachada, aulas, pasillos, sala de profesores, dirección, etc. Observamos detenidamente la distribución, las condiciones ambientales, el mantenimiento, las inscripciones, los adornos, los materiales didácticos, etc.
Los actores se apropian en mayor o menor medida de esos espacios y transmiten a partir de ellos su forma de vivir, de estar en las clases.
Tomaremos dos situaciones para ilustrar esto:
§ Alumnos y docentes se mueven en el aula sin manifestar preocupación ni disgusto por la organización descrita. Parecen aceptarla como su espacio cotidiano. La impresión que el aula provoca a quienes la observan es de desorden, descuidado, suciedad, desprolijidad. El espacio áulico parece mostrar agresión, rechazo, malestar, violencia. Un análisis de la complejidad de esta clase y de esta institución es necesario para entender la enseñanza en este medio ambiente.
§ Una escuela antigua, con paredes pintadas con colores vivos, con motivos vinculados a los adolescentes. El interior es oscuro pero cuidado. Un aula ordenada, con bancos en fila. En la pared del fondo hay un agujero que conecta con otra aula. Permite pasar información. Papeles que van y vienen, tironeos de ropa, preguntas y respuestas que forman parte de pruebas escritas, mensajes verbales en algún recreo. Los alumnos conocen este agujero y lo utilizan. Los docentes, en cambio, no manifiestan conocerlo. El agujero del fondo ¿qué significados encierra?, ¿qué circula en torno a él? El cuidado por una enseñanza de calidad, el predominio de lo racional, el control y la neutralidad afectiva son algunas características de esta vida escolar. Una vida paralela a la vida “oficial” se expresa en torno al agujero. El espacio, su organización, su distribución, integra la complejidad de una clase y es revelador de muchos significados. Hemos tomado aquí dos dimensiones y señalado características que en nuestra investigación constituyen rasgos específicos de las clases. Pueden mostrar el proceso por el cual a través de la investigación avanzamos en el conocimiento de las clases, en sus prácticas, y a partir de ellas en la producción teórica de la didáctica grupal.

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